10 de julio de 2009

The Fountainhead (1949)

Película dirigida por King Vidor y basada en el libro homónimo de Ayn Randy.









¿Qué nos dice su protagonista?

Howark Roark: -Hace miles de años el primer hombre descubrió cómo hacer fuego. Probablemente fue quemado en la hoguera que enseñó a encender. Pero les dejó un regalo que ellos no habían concebido. Y alejó la oscuridad de la tierra.
A lo largo de los siglos hubo hombres que iniciaron nuevos caminos armados sólo con su propia visión. Los grandes creadores, pensadores, artistas, científicos, inventores estuvieron solos contra los hombres de su época. Toda nueva idea fue opuesta. Todo nuevo invento fue denunciado. Pero los hombres de visión siguieron adelante. Ellos lucharon, sufrieron y pagaron, pero ganaron.
Ningún creador fue impulsado por un deseo de satisfacer a sus hermanos. Sus hermanos odiaban el regalo que él ofrecía. Su verdad era su único motivo, su trabajo era su único objetivo. Su trabajo, no aquellos que lo usaron. Su creación, no los beneficios que otros sacaron de ella. La creación que le daba forma a su verdad.
Él sostenía su verdad contra todos los hombres. Él seguía adelante aunque otros no estuvieran de acuerdo con él. Con su integridad como única bandera. Él no le servía a nada ni a nadie. Vivía para sí mismo y sólo al vivir para sí mismo fue capaz de lograr las cosas. Que son la gloria de la humanidad.
Esa es la naturaleza del logro. El hombre no puede sobrevivir excepto a través de su mente. Llega a la tierra desarmado. Su cerebro es su única arma, pero la mente es un atributo del individuo. El cerebro colectivo no existe. El hombre que piensa, debe pensar y actuar por sí mismo. La mente racional no puede funcionar bajo ninguna forma de compulsión. No puede subordinarse a necesidades, opiniones o deseos de otros. No es un objeto de sacrificio.
El creador se sostiene por su propio criterio. El parásito sigue las opiniones de otros. El creador piensa. El parásito copia. El creador produce. El parásito saquea. La preocupación del creador es la conquista de la naturaleza. La preocupación del parásito es la conquista de los hombres. El creador requiere independencia. Él ni sirve ni rige. Se relaciona con los hombres por libre, intercambio y decisión voluntaria. El parásito busca poder. Quiere atar a todos los hombres en acción común y esclavitud común. Dice que el hombre es una herramienta para el uso de los demás que debe pensar como ellos, actuar como ellos, y vivir abnegado y triste, sirviendo cualquier necesidad, excepto la suya.
Miren la historia. Todo lo que tenemos, cada gran logro ha salido del trabajo independiente de alguna mente independiente. Cada horror y destrucción vino de los intentos de convertir a los hombres en robots sin alma ni cerebro. Sin derechos personales, sin ambición personal, sin voluntad, esperanzas o dignidad.
Es un conflicto antiguo, tiene otro nombre. Lo individual contra lo colectivo. Nuestro país el más noble en la historia de la humanidad, se basó en el principio del individualismo. El principio de los derechos inalienables del hombre. Era un país donde un hombre era libre de buscar su propia felicidad. Ganar y producir, no rendirse y renunciar. Prosperar, no morirse de hambre. Lograr, no saquear. Tener como su mayor posesión su sentido de valor personal. Y como su mayor virtud su respeto por sí mismo. Miren los resultados. Eso es lo que los colectivistas les están pidiendo ahora que destruyan tanto como se ha destruida la tierra.
Yo soy arquitecto. Sé lo que vendrá por el principio con que se construye. Estamos llegando a un mundo en el que no me puedo permitir vivir. Mis ideas son de mi propiedad. Me las quitaron por la fuerza, violando un contrato. No me quedó ninguna apelación. Se creía que mi trabajo les pertenecía a otros para hacer lo que quisieran. Decían de mí, sin mi consentimiento que mi deber era servirles sin alternativa o recompensa.
Ahora saben porqué dinamité el Cortlandt. Yo diseñé el Cortlandt, yo lo hice posible, yo lo destruí, acepté diseñarlo con el objetivo de verlo construido como yo quería. Ese fue el precio que le puse a mi trabajo y no me dieron nada a cambio.
Vine aquí a decir que no reconozco el derecho de nadie sobre un minuto de mi vida. Ni sobre ninguna parte de mi energía ni sobre cualquier logro mío. No importa quién lo reclame. Tenía que ser dicho. El mundo está pereciendo en una orgía de sacrificio. Vine aquí para ser escuchado en nombre de todos los hombres independientes que quedan en el mundo. Quería plantear mis términos. No quiero trabajar ni vivir bajo otros términos. Mis términos son el derecho de un hombre a existir por sus propias razones-.

Cía. Ménades

Es un grupo teatral que se formó entre dos vertientes. Por un lado, una formación teatral, Akelarre, con sede en la Universidad de Barcelona, y, por otro, la escuela dramática "Teatro Estudio Víctor Hernando". Uniendo dos ejes, el de la necesidad del valor pedagógico de los textos clásicos y el de la innovación y la experimentación con lenguajes escénicos tanto nuevos como olvidados, los miembros del grupo han entendido desde el principio que los clásicos les daban libertad y fuerza. En este viaje encontraron la gran ayuda de los diferentes festivales de teatro grecolatino.









(...) en su profundidad, en su alma, la tragedia es alegre, ya que el descubrimiento de la falsedad no es más que el hallazgo de la verdad.