26 de octubre de 2009

De lo cotidiano, de la necesidad...


Los fascistas nos preguntaron a voces si queríamos cambiar la prensa. Sin ningún tipo de precaución, me puse en lo alto de la trinchera y enseguida saltó un soldado nacional con los periódicos debajo del brazo. Nos dirigimos al terreno que había entre las dos posiciones y al llegar nos saludamos. Aquel soldado, que se llamaba Santiago Bodria, me preguntó por mi familia y le comenté que hacía más de un año que no sabía nada de ellos porque estaban en Valencia del Ventoso, dentro de la zona nacional. Se ofreció a escribir a casa y así lo hizo, aunque se le olvidaron las señas y mandó la carta a la Falange de mi pueblo. Poco a poco se fueron arrimando más soldados de uno y otro bando, incluidos algunos oficiales. Al final nos juntamos en aquel llanito unos cien hombres y un teniente nacional lamentó que no hubiera vino para celebrar aquella reunión.
(Vicente Gata).

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